Aproximadamente uno de cada tres hombres ha incurrido, al menos una vez en su vida, en este desagradable inconveniente. La eyaculación precoz es algo más que un simple trastorno, porque toca el corazón de quienes la padecen, degrada a la pareja y, sobre todo, perjudica a la pareja, que entonces es la verdadera víctima de este problema del que no tiene la culpa. 

Eres demasiado hermosa 

Lo primero que haces, cuando tienes un episodio de eyaculación precoz, es buscar excusas. Creo que es ciertamente comprensible desde el punto de vista humano, y también diría que una inevitable y genuina defensa de la propia virilidad. Sería doloroso, de hecho, tener que admitir la responsabilidad, en una situación que ya es tan vergonzosa en sí misma. 

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La clásica acusación, disfrazada de cumplido, “eres demasiado guapa”, traslada la culpa a la pareja, que se ve ridiculizada dos veces. 

Algunas de estas parejas, de hecho, reaccionan con ironía, otras escriben inmediatamente a sus amigos, o peor aún, a los posibles amantes, pero otras comienzan a albergar una sensación de insuficiencia, desconfianza, baja autoestima. 

¿Qué hacer?

La eyaculación precoz, cuando no es ocasional, suele ser una cuestión de significado. Todos atribuimos un significado a lo que hacemos, me refiero también a significados implícitos, no del todo claros ni siquiera para nosotros mismos, excepto en su aspecto más general, por no decir superficial. 

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